¡Hoy nos vamos de copas! Y eso nos sirve de excusa para inaugurar otra categoría en el blog.
Hace muchos años (no pienso confesar el número) que no ponía un pie en Valencia, por ello pocos recuerdos claros me quedaban de esa ciudad. Pero la necesidad obliga así que al tener que pasar unos días por allí no me quedó más remedio que poner a trabajar mi limitada memoria. De repente afloró el nombre de un bar de copas: el Christopher Lee. Sólo recordaba que me había gustado y que era un local pequeño con una curiosa decoración, pero ni idea de dónde podría estar. Sin muchas esperanzas de encontralo abierto tantos años después me puse a buscarlo por internet y, ¡bingo! Todavía funcionaba y, lo mejor de todo, no estaba muy lejos de nuestro hotel, cerca de las Torres de Quart. Todo facilidades, así que allí que nos fuimos.
El toldo de la puerta le da un toque de antro cutre, pero que no os intimide, echadle valor y entrad. Ya en el interior encontraréis una pequeña estancia decorada con objetos antiguos, una pista: la sala está bajando la escalera. En esta sala (la de verdad) veréis la barra, las mesitas y carteles de cine decorando las paredes, ¡me encanta! Otra pista: las sillas de la barra están de adorno, para sentarse ya están las mesas.
Como era un día entre semana no había mucha gente, así que nos pudieron dedicar toda la atención del mundo, nos recomendaron copas, charlaron con nosotros... En resumen, nos hicieron pasar un rato muy agradable. Tanto, que ya estamos pensando en volver.
¿Y las copas? ¡Uy! Se me olvidaba comentarlas. Yo no soy mucho de pelotazos pero he de reconocer que los tragos que nos pusieron estaban muy bien elaborados y con una bonita presentación. ¡Perfectos!