miércoles, 15 de junio de 2016

Cocina sin mentiras: Restaurante Landa - Mendaro

El restaurante Landa de Mendaro (no confundir con su homónimo de Burgos) es uno de esos sitios para iniciados a los que hay que ir al menos una vez. ¿Qué tiene de especial? Que se puede definir con una sola palabra: producto. Nada más y nada menos, eso es lo que ofrecen: producto de calidad, sin tonterías ni artificios.

La entrada casi pasa desapercibida, no da ninguna pista de lo que nos espera en su interior.



El local es pequeño y suele estar lleno por lo que conviene reservar con antelación. Lo malo es que a veces, depende de los comensales, hay bastante ruido, pero la amabilidad del personal y sobre todo la calidad de la comida lo compensan todo.

Y esto fue lo que comimos:

De entrada nos decantamos por unas almejas a la plancha que estaban de muerte:


A continuación unos hongos con foie y huevo escalfado, un plato simplemente delicioso:


Y por fin, el plato principal, un rodaballo de impresión, obligatorio compartir entre dos por su tamaño. Es divertido ver como lo abren y lo sirven directamente en tu mesa, menuda habilidad que se gastan. Esta es la porción que me tocó:


Y aquí los restos del "despiece":


Por puro vicio nos tiramos a los postres, aún a riesgo de no salir vivos de allí. Estos fueron los elegidos:


Una pantxineta deliciosa.


Y por último, una degustación de flanes caseros. Aunque estaban buenos no me dijeron nada, es el único plato con el que no repetiría.

En cuanto al precio, no es barato, pero totalmente acorde con la calidad. Además hay que señalar que la carta de vinos tiene un precio de lo más razonable, lo que es de agradecer porque que ya sabemos como cargan el precio en algunos restaurantes, tanto que parece que van a vendimiar personalmente.

En resumen, estoy deseando volver.



domingo, 29 de mayo de 2016

Vinos de bellota - Madrid

Vinos de bellota es un sencillo local cerca del Retiro donde ir a pasar un buen rato entre raciones y vino, ¿se puede pedir algo más? Eso sí, no hay que dejarse confundir por su nombre puesto que la carta de vinos es limitada y tampoco es que sean grandes especialistas en ibéricos. Una vez aclarados los conceptos, vamos a lo que interesa, la comida.

El sitio no es grande, por lo que si se tiene intención de comer en una mesa será mejor reservar antes, al menos los fines de semana. También tiene un par de mesas altas y una pequeña barra, así que para tomar algo rápido o sólo copear, también vale.

Como decía, en la carta de vinos no hay mucho donde elegir, pero es suficiente para una cena sencilla. En nuestro caso nos decidimos por un Enate, que nunca defrauda.

Como aperitivo nos ofrecieron un curioso hummus que estaba sorprendentemente rico:


Ojeando la carta nos encontramos con el hecho de que la mayoría de los platos eran apetecibles, así que optamos por compartir medias raciones. Esta fue la selección:


Foie Grass al Gelée de Gin&Tonic:



Simplemente delicioso, por separado y con el gelée. ¡Un gustazo! Cabe destacar que el camarero nos iba sugiriendo en cada plato la mejor forma de tomarlo, en cuanto a la atención, un diez.

Luego vinieron estas croquetitas:


En la carta tenían dos tipos de croquetas, unas de queso y otras de cecina; el camarero nos ofreció hacernos mitad de cada, así que estupendo. No sabría decir cual de las dos me gustó más.

Seguimos por los crujientes de morcilla:

Aquí era posible pedir por unidades, consultamos al camarero entre pedir dos o la media ración y nos aconsejó que con lo que habíamos pedido, con dos sería bastante, y la verdad es que acertó.

Y de relleno, como último plato, unas bravas:


No estaban para morirse, pero bien, pasaban el examen.

Y llegamos a uno de los momentos fuertes, ¡el postre! Como no sabíamos qué elegir, nos aconsejaron que pidiéramos el tiramisú y la tarta de queso, también en forma de media ración, así podríamos probar las dos cosas. Todo un detalle.


Si cada trozo es media ración, no quiero ni pensar como habríamos acabado de haber pedido una ración de cada postre. No puedo decidir cual de los dos nos gustó más, cada uno estaba para relamerse.

Y para remate, la copita final. Su carta de copas es muy amplia y se hace difícil escoger, al final nos decantamos por un Gin&Tonic sencillito, pero que estaba muy bien preparado.

Como apunte final no puedo olvidarme de la música que sonaba, muy ochentera, totalmente de mi gusto, en algunas ocasiones casi me tienen que sujetar para no ponerme a cantar (qué mal llevo la entrada en la cuarentena).

En resumen, Vinos de bellota es un lugar perfecto tanto para una cena sencilla como para ir a tomar unas copas en un ambiente agradable. ¡Volveremos!

domingo, 10 de enero de 2016

De copas: Christopher Lee - Valencia

¡Hoy nos vamos de copas! Y eso nos sirve de excusa para inaugurar otra categoría en el blog.

Hace muchos años (no pienso confesar el número) que no ponía un pie en Valencia, por ello pocos recuerdos claros me quedaban de esa ciudad.  Pero la necesidad obliga así que al tener que pasar unos días por allí no me quedó más remedio que poner a trabajar mi limitada memoria. De repente afloró el nombre de un bar de copas: el Christopher Lee. Sólo recordaba que me había gustado y que era un local pequeño con una curiosa decoración, pero ni idea de dónde podría estar. Sin muchas esperanzas de encontralo abierto tantos años después me puse a buscarlo por internet y, ¡bingo! Todavía funcionaba y, lo mejor de todo, no estaba muy lejos de nuestro hotel, cerca de las Torres de Quart. Todo facilidades, así que allí que nos fuimos.

El toldo de la puerta le da un toque de antro cutre, pero que no os intimide, echadle valor y entrad. Ya en el interior encontraréis una pequeña estancia decorada con objetos antiguos, una pista: la sala está bajando la escalera. En esta sala (la de verdad) veréis la barra, las mesitas y carteles de cine decorando las paredes, ¡me encanta! Otra pista: las sillas de la barra están de adorno, para sentarse ya están las mesas.

Como era un día entre semana no había mucha gente, así que nos pudieron dedicar toda la atención del mundo, nos recomendaron copas, charlaron con nosotros... En resumen, nos hicieron pasar un rato muy agradable. Tanto, que ya estamos pensando en volver.


¿Y las copas? ¡Uy! Se me olvidaba comentarlas. Yo no soy mucho de pelotazos pero he de reconocer que los tragos que nos pusieron estaban muy bien elaborados y con una bonita presentación. ¡Perfectos!

domingo, 3 de enero de 2016

Un vicio confesable: los bollos de mantequilla

Quizá deberíamos empezar el año hablando de comida sana y sobre todo ligera por aquello de los excesos navideños, pero no, aquí estrenamos el año 2016 con una nueva categoría: los vicios confesables, así nos las gastamos por aquí.

¿Y qué entendemos por vicio confesable? Pues aquellos productos que nos hacen salivar solo con recordarlos y que el hecho de conseguirlos se convierta en todo un ritual.

Uno de estos vicios son los bollos de mantequilla. ¡Qué cosa tan rica!  Estos bollos son un dulce típico de Bilbao por lo que los encontraréis en todas las pastelerías, sin embargo, nuestra favorita es sin duda la de Martina de Zuricalday. Siempre que vamos tenemos que pasar obligatoriamente por allí para cargar con provisiones. Lo malo es que al día siguiente no están tan ricos por lo que al final siempre nos los zampamos de golpe. ¿Entendéis ahora lo del vicio?



martes, 1 de septiembre de 2015

Montia - San Lorenzo del Escorial

Hoy nos damos el lujo de probar las delicias de un Estrella Michelín, concretamente el restaurante Montia, situado en San Lorenzo del Escorial.

Es un restaurante pequeño en el que nos fue complicado encontrar mesa para un fin de semana, creo que la reserva la hicimos a finales de mayo y nos dieron "cita" para finales de agosto. Quizá entre semana haya más suerte. Por cierto, si queréis reservar por teléfono hay que hacerlo a unas horas determinadas aunque también se puede reservar por internet.

¿Y qué ofrece el Montia? Para empezar no hay carta, ofrecen tres menús degustación elaborados con productos de la zona (con algún que otro infiltrado, aunque no de lejos). Estos menún son; el Corto, formado por 5 aperitivos, 4 platos, degustación de quesos y un postre, el Largo, con 7 aperitivos, 5 platos, degustación de quesos y un postre, y el menú XL en el que se añade un plato más al menú Largo. En nuestro caso ese plato de más consistía en callos y siendo agosto no nos animamos con ellos así que elegimos el Menú Largo. 

Se ofrece la posibilidad de acompañar el menú con un maridaje de vinos. Nosotros tras malas esperiencias en eso del maridaje impuesto (y cortito de cantidad) nos decidimos por elegir el vino por nuestra cuenta. Bueno, más o menos porque nos dejamos guiar por el camarero. Sin embargo, tras cotillear las mesas en las que sí pidieron el maridaje creo que sería una buena opción ya que los vinos tenían buena pinta y parecía que no eran muy tacaños al servir. Lo apuntamos para la próxima vez.

Cabe destacar la vajilla que utilizan y la puesta en escena de los platos, bastante originales y muy bien explicados. Como somos un poco desastre,  cuando el camarero terminaba  de contarnos el plato ya se nos habían olvidado la mitad de los ingredientes pero así jugamos a descubrirlos. 

A continuación os subo fotos de algunos de los platos:

Un txangurro con acompañamiento de gazpacho de tomate verde y algunas cosas más (todo riquísimo):






Un ajoblanco que escondía un poco de bacalao (estupendos los dos) :





Una sardinada (la presentación  me parece muy simpática):


Aquí unas ostras: 




Estos platos con ostra no los suelo entender, si la ostra está buena meterle cualquier añadido es, desde mi punto de vista, estropearla, pero bueno, cosas de gustos.

La tabla de quesos (muy buenos):



En general la comida estuvo bien, lo peor fueron los dos postres, esperábamos mucho más pero pasaron sin pena ni gloria, lástima.

Terminamos con un café que sirven en una pequeña cafetera italiana,  que dio hasta para repetir.

No se me puede olvidar hacer mención especial para la mantequilla que nos pusieron al sentarnos, sencillamente deliciosa. 

En resumen, la comida nos gustó, excepto la ostra y los postres y no es excesivamente caro, probablemente volvamos más adelante para probar los menús de otra temporada.

 Y ya por último, imprescindible darse una vuelta por el Monasterio del Escorial.

sábado, 22 de agosto de 2015

La Musa Latina - Madrid

Inauguramos el blog con un local al que hemos acudido últimamente, La Musa Latina. Este bar de tapas se encuentra ubicado en la Plaza de la Paja, bien acompañado de varios restaurantes que serán objeto de reseñas futuras.

La Musa Latina forma parte del Grupo La Musa, siendo quizá su mayor referente el Restaurante La Musa en Malasaña. Pero como sólo hemos estado en "la hermana pequeña de La Musa" nos centraremos en éste.

Lo primero que encontramos es una amplia terraza en la plaza, sin embargo, preferimos quedarnos en el interior por aquello de las delicias del aire acondicionado en el mes de agosto madrileño. Y aquí viene la primera crítica o más bien observación: las mesas están demasiado juntas, al menos las de dos personas que fue donde nos sentaron. Si te toca al lado una pareja digamos que extrovertida, la fastidiaste, seguramente te enterarás más de su conversación que de la persona que tienes delante. Bueno, ahora que lo pienso, para algunos quizá sea una ventaja... (modo maligno on).

Otro detalle a destacar es que los camareros, aunque amables, estaban bastante despistados, nada más sentarnos nos vinieron a pedir la nota sin ni siquiera habernos traído la carta, aunque luego nos dieron mucho tiempo para pensar bien lo que queríamos comer. Casí dio tiempo para aprendernos la carta de memoria. Pero bueno, alguno de estos camareros era nuevo, les daremos un voto de confianza.

Y ahora vamos a lo importante del tema: la comida. ¿Qué nos pedimos? Pues elegimos cuatro tapas a compartir entre dos y una botella de vino. He aquí las viandas:

Oriental de espinacas con langostinos fritos y mango (6,25 €)



Berenjenas fritas con melaza (3,50 €)






Yakitori de pollo Teriyaki (4,10 €)



Chow-Mein (8,75 €). Es decir, noodles con acompañamiento.


Aunque quizá parezca poco para los dos fue más que suficiente para cenar. Lo malo fue que nos lo pusieron todo a la vez y había que hacer bastante equilibrio para intentar comer y no tirar nada, al mismo tiempo que esquivabas a algún camarero que atendía a las mesas de al lado. ¡Un poco agobiante!

¿Y qué nos pareció la comida?, veamos, la ensalada estaba muy buena con las espinacas fresquitas. Las berenjenas estaban espectaculares (aviso que somos unos fanáticos de este producto) y la presentación en el cucurucho nos agradó. Fue la tapa que más nos gusto. El pollo no estaba mal, pero me pareció un poco caro para la cantidad que nos pusieron. Por último los noddles, quizá estaban un poco hechos demás pero se dejaban comer.

Ah, y por último toca comentar el vino, en este caso nos decantamos por la D. O. Montsant: Finca Cucó.






Es un vino joven elaborado a partir de garnacha y mazuelo. Bastante fácil de beber y agradable. Eso sí, se les fue un pelín la mano con el precio.

En resumen, el local está bien para ir a tapear de vez en cuando, mejor entre semana por aquello de evitar la masificación. Voveremos, pero dentro de mucho tiempo.